jueves, 29 de noviembre de 2012

Comunicado de solidaridad con los trabajadores despedidos de Rioglass



29/11/2012

La Agrupación comunista Plaza Syntagma del PCA quiere expresar su solidaridad con los 44 trabajadores de la comarca del Caudal despedidos por la multinacional Rioglass Solar. Asimismo, muestra su preocupación por la difícil situación que afectará a los 121 empleados restantes de las plantas de Sovilla (Mieres) y Villallana (Lena), debido a la aplicación de un nuevo expediente de regulación de empleo (ERE) de carácter rotativo, que se prolongará hasta el 31 de julio. 

Hace pocas semanas, se producían otros 58 despidos en STR España, el 30 % de la plantilla de esta empresa de capital estadounidense, pero previamente eran las plantas de Venturo XXI (73 trabajadores en paro), Kerkus (57 despidos), Alas Aluminium (300 trabajadores en paro) o Diasa Europa (90 despidos) las que eran liquidadas, configurando una extensa lista de empresas financiadas con participación pública y confirmando el fracaso de la reactivación económica de las comarcas mineras.

Desde el Partido Comunista siempre hemos denunciado la ineficiente gestión de los Fondos Mineros, que debiendo haber permitido reconstruir el tejido industrial de Asturias, ha destruido aún más empleo: así, en el mes de octubre las cuencas registraron un nuevo máximo de desempleo, cifrado en 16.606 parados, que nos retrotrae a los momentos más críticos de la reconversión industrial. El no pocas veces reiterado incumplimiento de las condiciones legales por parte de las empresas para recibir millonarias subvenciones públicas y  la connivencia de las administraciones dejan como resultado el desplome económico de Asturias, en el contexto de la grave crisis capitalista que azota a España.

Sientan nuestro aliento los 44 trabajadores y compañeros despedidos por la empresa Rioglass, aquellos que han de padecer en sus propias carnes, y la de sus familias,  el fracaso de los planes de reconversión industrial de las cuencas, insertos en la lucha de clases y de Estados del orden capitalista europeo. 

miércoles, 7 de noviembre de 2012

“El panorama en el sur de Europa es desolador y no hay motivos para la esperanza dentro del capitalismo realmente existente de la Unión Europea”





     Viajero empedernido, viejo rockero, autodidacta, trabajador polifacético (ha sido camarero, repartidor de propaganda, técnico de sonido...), por tradición familiar y propio convencimiento, comunista, Javier Álvarez Vázquez trabaja en la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO de Madrid.  Durante los últimos años ha ejercido una implacable crítica marxista del presente político en diversos medios de comunicación y con especial dedicación en las redes sociales. En esta entrevista, desmenuza algunos de los asuntos cruciales del momento: la situación de las izquierdas europeas, el conflicto de la minería española, el papel de los sindicatos, etc. 




1.    Empecemos por las buenas noticias. Chávez reelegido presidente de Venezuela con el 54, 85% de los votos y una participación del 81 % de la población censada. ¿Cómo es posible que el “socialismo del siglo XXI” continúe su rumbo victorioso, a pesar de enfrentarse a una “coalición interna y externa” de tamaño poder ideológico y económico? ¿Larga vida al proyecto bolivariano?

Sin duda, la gran victoria de Chávez es una noticia maravillosa, sobre todo por la forma en que se ha logrado: alta participación, sin incidentes reseñables, reconocimiento de los resultados por la oposición, una ventaja de 11 puntos sobre el bloque contrarrevolucionario, con Chávez batiendo su propio récord de votos sumando más de 8 millones, etc.

Las razones de la victoria son las políticas sociales y económicas desarrolladas sobre todo a partir de la derrota del golpismo opositor hace 10 años (misiones sociales, control definitivo del PDVSA, nacionalización de sectores estratégicos, etc.) que han llevado a Venezuela a uno de los mayores crecimientos entre los diferentes estados del mundo, todo ello dentro de la mayor definición del proyecto bolivariano por su orientación al socialismo. Es decir, que para cumplir sus metas de soberanía nacional, desarrollo económico y social e integración continental, éstas solo pueden ser logradas con la superación del capitalismo.

Como digo, el éxito de tales políticas en el nivel y las condiciones de vida para una mayoría de la población venezolana que estaba absolutamente empobrecida en la anterior IV República, ha hecho que la revolución tenga una amplia base social (formada por: trabajadores, pobres urbanos, campesinos, e incluso sectores empresariales) y además haya ido creando una hegemonía discursiva que ha tenido como resultado que la propia oposición tenga que jugar en ese mismo discurso.

Dicho todo esto, hay que dejar claro que Venezuela sigue siendo un estado capitalista, ya que gran parte de los más importantes medios de producción (y de comunicación) siguen en manos privadas o burguesas. Ahí tenemos una explicación de por qué (junto a errores de la propia revolución) la oposición sigue teniendo unos importantísimos apoyos sociales (incluso en sectores populares). Y es que, si de alguna manera podemos definir el proceso bolivariano, es por una especie de “doble poder” o “equilibrio de fuerzas”. Es decir, el bloque socialista chavista ha ocupado partes importantes o espacios de la sociedad, la economía y el Estado, pero el bloque opositor contrarrevolucionario capitalista también sigue manteniendo una buena parte de estos mismos espacios. Esto es debido, en buena medida, a que el proceso venezolano no es una revolución clásica (como por ejemplo, la cubana) sino que recorre las vías pacíficas y democráticas (como el Chile de Allende, con la diferencia clave de que en Venezuela se controla el Ejército).

Y aquí llegamos a la respuesta sobre el futuro de la revolución. Yo creo que en el próximo sexenio presidencial hay 2 claves fundamentales: 1) Preparar el relevo de Chávez, en donde lo ideal, aunque es una persona la que al final encarna la Presidencia, es que ese relevo sea de un liderazgo colectivo;  2) Profundizar la revolución, no sólo con más eficiencia en lo conseguido (que es lo que van a intentar los sectores reformistas del bloque bolivariano chavista sin ir más allá), que también, y desarrollar las fuerzas productivas rompiendo de una vez con el rentismo petrolero, que también, sino en ir más allá, con más nacionalizaciones y con un empoderamiento de los trabajadores, precisamente como condición de la eficiencia y del desarrollo de las fuerzas productivas.

Todo ello, unido a un escenario internacional muy movido, que es una variable clave (por su potencial petrolero-gasístico y de otros recursos, mas la propia tradición histórica venezolana desde la que se parte en el propio proceso actual –Bolívar y lo que era en aquellos momentos la Capitanía General de Venezuela, como punto de arranque de las emancipaciones del imperio español y la creación de los actuales estados-nación iberoamericanos, y al mismo tiempo el fracaso de aquel proyecto bolivariano primigenio de unidad continental que ahora se quiere recuperar-) en una revolución como la bolivariana en donde lo nacional está enlazado con sus propósitos (como su propio nombre indica, bolivariana) de una federación o confederación iberoamericana de estados.


2. Habemus huelga general. ¿En el dramático panorama en que nos encontramos, de recortes sociales, de mayor empobrecimiento (la renta de los trabajadores ha caído un 4,5%, mientras que las ganancias empresariales  han aumentado un 10%), de menor protección social, con un paro de casi seis millones de personas, toma un carácter especial esta huelga? Como sindicalista, explícanos por qué crees que debemos secundarla.

Para empezar, debo decir que esta huelga general del 14N es un paso cualitativo de enorme trascendencia por ser internacional; y más concretamente entre las naciones periféricas del proyecto imperialista alemán, conocido como la UE: Portugal, Grecia, España, Italia, Chipre y Malta. Los pueblos trabajadores de estos estados vamos a estar juntos en una huelga general contra las políticas de “acumulación por desposesión” que impone el IV Reich con la complacencia y la colaboración de las burguesías de estas naciones, aquí en España a través del PPSOE y los otros partidos del régimen, como UPyD, PNV, CIU, etc.

En el caso de España, tenemos el dato histórico de que en un año se produzcan dos huelgas generales y que las dos tengan lugar, por primera vez, en una misma legislatura. Por otro lado, se ha trabajado por parte de los dos grandes sindicatos de clase (y en particular CCOO) para que en esta huelga se de la mayor unidad posible, tanto a nivel nacional como con otros sindicatos, movimientos, colectivos y organizaciones sociales en la Cumbre Social, como con los sindicatos de la función pública en la Plataforma Sindical y de Asociaciones Profesionales de Empleados y Empleadas Públicos, así como la petición de un Referéndum sobre los recortes (hay que recordar que la simple posibilidad de que hubiera un referéndum en Grecia supuso el fin de Papandreu y la entrada directa de la Troika a través de un gobierno de técnicos y de concentración nacional). Por desgracia, el amarillismo del CSIF y el provincianismo reaccionario de LAB y ELA, les hace descolgarse y ser esquiroles frente a otros sindicatos corporativistas y nacionalistas que sí apoyarán la huelga. A nivel internacional, los dos grandes sindicatos de clase (y en particular CCOO) también han buscado la mayor unidad posible, logrando que llegue a ser Ibérica y Mediterránea la próxima huelga general, incluso con manifestaciones ese mismo día hasta en la propia Alemania.

Las razones de la huelga son más que claras: la profundización de los recortes y las contrarreformas que empezó el PSOE y que continúa a toda máquina el PP, las cuales están llevando a recomponer los beneficios del capital y el pago de la deuda de éste mismo, a costa de la clase trabajadora española y de la ciudadanía en general, además de amplios sectores de autónomos y PYMES. Todo ello con la posibilidad de que de aquí a unos años se pueda salir de la crisis pero con un modelo de acumulación que no sería el chino, como muchas voces en la izquierda se dice, sino el de la Cuba de Batista (ejemplo, Eurovegas de Sheldon Adelson), es decir, un capitalismo de putas y casinos.

Para concluir, me gustaría hacer una reflexión sobre el sindicalismo frente al izquierdismo infantil y otras malas hierbas. Lo he dicho mil veces: los sindicatos sólo pueden ser reformistas (o tradeunionistas que decía Lenin, e incluso Rosa Luxemburgo). Es decir: intentar conseguir el máximo de precio para la fuerza de trabajo dentro del capitalismo (salario directo, por un lado, y salario socializado a través del Estado, por el otro, que es el compuesto por el llamado salario indirecto o los servicios públicos- como la sanidad y la educación entre otros -y el salario diferido, que es el compuesto por las pensiones o el pago de desempleo entre otros). Y siempre tenderán a la negociación y el pacto aunque intenten llegar a ese pacto con mucha fuerza gracias a la movilización. Tal es la diferencia real: ser más o menos combativos -lo cual también depende del contexto económico, la predisposición o no al pacto de la contraparte, ya sea el capital o el Estado, etc.- porque un sindicato nunca será revolucionario; eso es una utopía anarcosindicalista. Lo que sí es cierto es que con el capitalismo realmente existente -neoliberal o de acumulación por desposesión- ese reformismo o tradeunionismo “innato” de los sindicatos, que no se puede plasmar en ningún logro real en la situación actual, se ha de volver (se está volviendo) cada vez más combativo (y encima sin conseguir contraprestación del otro lado) y eso abre oportunidades políticas para un partido político con perspectivas revolucionarias (¿pero el PCE o IU están en esas perspectivas?).

“Los sindicatos sólo pueden ser reformistas. Lo que sí es cierto es que con el capitalismo neoliberal o de acumulación por desposesión ese reformismo se ha de volver (se está volviendo) cada vez más combativo”



Otra cosa más es la importancia de un sindicalismo de clase fuerte (y cuyo radio de acción sea todo el Estado y no una parte de éste, como pasa con los sindicatos nacionalistas que dividen a la clase obrera en función de particularismos identitarios -un ejemplo de ello claro son LAB y ELA-. Y qué decir de los sindicatos corporativistas que dividen a la clase obrera por particularismos gremiales o de grupos de trabajadores frente a otros -un ejemplo claro:  el CSIF-), ya que aunque como he dicho no pueden ser más que tradeunionistas o reformistas, estas organizaciones hacen una labor de formación de clase (“clase para sí”) en cuanto empiezan a crear una identidad común de aquellos que venden su fuerza de trabajo (trabajadores tanto del sector privado como público -Rolando Astarita explica muy bien por qué los empleados públicos son también parte de la clase obrera-) frente a aquellos que se la compran (los propietarios de los medios de producción y sus servidores -directivos, gerentes o los altos directivos y los políticos de la burguesía en el sector público-), que además son capaces de movilizar a millones de personas (y no sólo a trabajadores) en huelgas y manifestaciones (en España hay muy pocos más que lo puedan hacer a ese nivel). Es cierto que todo esto sería una conciencia de clase primaria o economicista, insuficiente para ir más allá del capitalismo, pero es desde la que se ha de partir para, en momentos como el actual, politizarla y elevarla en dirección al socialismo desde un partido político con perspectivas revolucionarias (¿pero el PCE o IU están en esas perspectivas?). 


3. Miremos ahora hacia el resto de Europa. Cada día parece constatarse de forma más evidente el error que supuso la entrada en Maastricht. ¿Cuál es el panorama que nos encontramos en los países del Sur de Europa? ¿Hay
motivos para la “esperanza”?

El panorama en el sur de Europa es desolador y no hay motivos para la esperanza dentro del capitalismo realmente existente de la Unión Europea.
Tampoco hay posibilidad de una UE reformada con un capitalismo “chupiguay” a lo keynesiano / socialdemócrata. Esto es hoy totalmente imposible. Por otro lado, también sé que dentro de la izquierda hay opiniones importantes sobre la posibilidad de transformar radicalmente la arquitectura de la UE a partir de una rebelión de los pueblos sur-europeos, que cree inestabilidad dentro de estos países y enfrentamientos entre las burguesías de estos y la alemana (y la próxima huelga puede ser vista como un paso hacia ello), al mismo tiempo que concite la solidaridad de los trabajadores norte-europeos frente a sus burguesías, llegando a la misma Alemania. Esto es lo que podríamos llamar una salida revolucionaria dentro del Euro y de la UE, pero creo que esto es harto complicado, por no decir casi imposible, por diversos motivos.

En mi opinión, lo que deberíamos intentar es la ruptura del Euro y el impago de la deuda (y por lo tanto la destrucción de la UE) desde abajo y en dirección a superar el capitalismo (es decir, a construir el socialismo). Desde abajo, quiero decir, desde la fuerza de las clases trabajadoras y aliadas de todos los estados-nación sur-europeos, que formarían una alianza férrea entre los mismos. Pero eso implica una mayor colaboración de las fuerzas sociales, sindicales y políticas que de verdad estén por esa labor (y esta Huelga del 14N puede ser un paso en ese camino). Porque de no ser así los escenarios que se vislumbran serían: 1) Seguir como ahora, que es la primera opción de nuestras burguesías (periféricas y centrales); 2) Si la cosa se pone muy mal por el conflicto abierto intra e inter-estados y con las clases dominantes aún en posición de fuerza, se pondría sobre la mesa una salida de ruptura del Euro y de impago de la deuda por arriba y por lo tanto de destrucción de la UE (el plan B y de excepción de nuestras burguesías), es decir, una salida chauvinista –fascistoide.


“El conflicto minero supuso un antes y un después en el nivel de conflictividad social y de concienciación en España”


4 .El comienzo del verano resultó más cálido y agitado de lo esperado con las
protestas mineras. ¿Cómo lo viviste desde la capital?

Permíteme decirte que el conflicto minero supuso un antes y un después en el nivel de conflictividad social y de concienciación en España. Creo que marcó un momento cumbre en la acumulación de fuerzas frente al ataque continuo al que estamos siendo sometidos.

En la guerra de posiciones en la que ahora estamos, los símbolos son muy importantes de cara a aglutinar a las diversas fracciones en las que está dividida la clase trabajadora y otros sectores de la ciudadanía. Sin duda esos cascos con sus luces encendidas que recorrieron la noche veraniega de Madrid acompañados por cientos de miles de personas, o esas imágenes de lucha casi guerrillera frente a los antidisturbios en los montes o en las carreteras, forman parte de esa simbología y actos aglutinadores y potenciadores en ese largo y duro proceso de acumulación de fuerzas o guerra de posiciones en el que estamos metidos. En esa misma línea, también podemos meter los carritos del supermercado de Sánchez Gordillo, o el Rodea el Congreso del 25S, o las diferentes Mareas movilizadoras (Sanidad, Educación, Justicia, Servicios Sociales) que deben ahora confluir en el 14N y más allá.


5. El PCE tiene una dilatada trayectoria histórica de luchas políticas. ¿Siguen teniendo sentido
a día de hoy las aspiraciones que motivaron esas luchas? ¿Y el concepto de comunismo?

Como decía Federico Engels en el prólogo a la edición alemana de El Manifiesto del Partido Comunista, de 1890: «En 1847, el “socialismo” designaba un movimiento burgués, el “comunismo” un movimiento obrero. El socialismo era, a lo menos en el continente, una doctrina presentable en los salones; el comunismo, todo lo contrario. Y como en nosotros era ya firme entonces la convicción, de que “la emancipación de los trabajadores sólo podía ser obra de la propia clase obrera”, no podíamos dudar en la elección de nombre. Más tarde, no se nos pasó nunca por la cabeza el modificarlo».

Yo soy comunista en el sentido que lo definían Marx y Engels: "El movimiento [agrego yo: racional- universalista, porque pretende eliminar todo particularismo de grupo, ya sea de clase, raza, nacionalidad, sexo, etc.] real que anula y supera el estado de cosas actual ", es decir, el capitalismo. Pero el capitalismo no es igual ahora que hace 150 años, ni es igual el capitalismo español que el sueco o el yanqui o el venezolano o....

Con lo cual ahí hay que hacer "el análisis concreto del hecho concreto", que decía Lenin. Por lo tanto puedo decir que soy muy leninista pero no entendiendo eso de manera talmúdica o dogmática, sino -al igual que Lenin- tomando el marxismo como una guía para la acción (con lo que, como ha ocurrido históricamente, hemos contado con marxismos en plural: marxismo soviético,   marxismo chino, etc.). También tomo de Lenin, y aún más de Stalin (y de Mao, y de Fidel, etc.) que la revolución mundial comunista no se hace en todo el mundo a la vez, sino desde los "eslabones débiles" o desde unas partes concretas sobre el resto; y cuando se afianza en estas, quizás se puede extender (de una manera u otra) al resto del mundo (cosa muy complicada, y parece que los "socialismos reales" o el "comunismo realizado" indican que esa expansión tiene lugar básicamente en su "área histórico-cultural de difusión" -ver la URSS o China-, sin que esto no signifique que no influyan en otras partes del mundo de una u otra manera).

Por otra parte también recojo de Stalin (y de Mao, y de Fidel, etc.) su visión nacional del socialismo/comunismo y por lo tanto creo que "El movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual" es más bien un conjunto de “movimientos”. Es decir: diversas revoluciones que se suceden en esos eslabones débiles y que dan lugar a comunismos (con cierta coloración de liberación/refundación/resurgimiento nacional y con posibilidad de enfrentarse entre sí, como demostró el conflicto chino-soviético); tal como ocurrió en la extinta URSS, la actual China y quizás pueda suceder en un posible comunismo iberoamericano o hispano a partir de lo que está pasando en Venezuela, Cuba y el resto de países aliados, además de lo que pueda desarrollarse en Portugal y España. Eso sí, ese posible nuevo comunismo o comunismo "al hispánico modo" (y más en el presente de la "globalización") tendrá que darse a nivel continental o supranacional, como una Federación o Confederación de Estados (recordemos que China ya es un continente en sí mismo y que la URSS, y más con su bloque, también lo fue).

Por último, para mí, ese movimiento racional- universalista que anula y supera el estado de cosas actual, el comunismo, es indefinido, es decir, no tiene un fin predeterminado en donde se unificará el mundo en un solo Estado que llegará a extinguirse, volviendo entonces a las raíces de un supuesto comunismo primitivo (pero incorporando los adelantos de las fuerzas productivas desarrolladas in media res) y abandonando por fin la prehistoria para comenzar así la historia verdadera. Para mí, la historia comenzó hace mucho tiempo y seguirá hasta que nos caiga un meteorito o algo así, con todo lo que ello supone de conflictos de todo tipo, tanto de clases (quizás en un Estado comunista, no de clases económicas en el sentido del capitalismo, pero sí de otro tipo) como de estados (y no solo frente a los estados capitalistas que continúen, sino frente a otros estados socialistas/comunistas como ejemplificó -repito un vez más- el conflicto chino-soviético).

Tremenda paradoja (o quizás no tanto) de los comunistas en España en el momento presente: somos “conservadores” (queremos conservar los derechos sociales y laborales de los trabajadores y la ciudadanía en general) pero para ello parece cada vez más claro que habrá que ser revolucionarios (tomar el poder del Estado -y no será en una alfombra roja, sino en un proceso largo de guerra de posiciones, es decir, de acumular fuerzas, y de guerra de maniobra, es decir, de golpe final, que es muy posible que tenga que ser violento de una u otra manera- y reorganizar sus aparatos, poderes y ramas para ponerlos al servicio de la clase trabajadora y la ciudadanía en general. Hacer nacionalizaciones en medios de producción estratégicos, planificación, cambio radical de nuestra inserción en la arena internacional, etc.). Pero bueno, ya conocéis una de las grandes consignas de Lenin y los bolcheviques: "paz, pan y tierra".

En mi opinión, el PCE, para ir aglutinando a su alrededor un bloque social que vaya acumulando fuerzas y luchando por conseguir la hegemonía -guerra de posiciones- de cara a tomar el poder del Estado -guerra de maniobra-, con el objetivo de reorganizarlo revolucionariamente hacia el socialismo y al servicio de los trabajadores y otras clases aliadas a estos (autónomos -pequeña burguesía- y PYMES - burguesía pequeña y media-), debe construir un proyecto de Nación (de la nación española) o un patriotismo de nuevo cuño frente al nacionalismo de la burguesía representada por el PP o UPyD, por un lado, o al nacionalismo de las burguesías catalana y vasca representadas por CIU y ERC, o PNV y EH Bildu, respectivamente. De una patria española, obrera y comunista, dispuesta a universalizar su revolución (con quien se pueda y hasta donde se pueda). Y para ello debería asumir de una manera crítica, dialéctica y materialista la historia de España, además de partir de ejemplos como los de la propia tradición del PCE en la guerra civil (desde la perspectiva del comunismo español, fue nuestra "gran guerra patriótica") y los años inmediatamente posteriores a la misma.

 Concluyamos la entrevista con estas certeras palabras de Marx y Engels:

"A los comunistas se nos reprocha también que queramos abolir la patria, la nacionalidadLos trabajadores no tienen patria. Mal se les puede quitar lo que no tienen. Puesto que el proletariado debe conquistar primero el poder político, antes de elevarse hasta constituir la primera clase nacional, constituyéndose a sí mismo como nación, resulta evidente que también en él reside un sentido nacional, aunque esa concepción no coincide, ni mucho menos, con la que tiene la burguesía".

Manifiesto del Partido Comunista (1848).
Carlos Marx y Federico Engels

Y es que, en efecto, los comunistas no “tienen” patria, sino que la “hacen”, la “construyen”. Gracias, Javier.